Me encanta reunirnos para celebrar la Navidad o abrir los regalos el día de Reyes, pero confieso que nunca he disfrutado de la fiesta de Fin de Año. La presión por tener un plan memorable, los precios astronómicos, las largas colas para entrar en cualquier club, el frío glacial que se cuela por debajo del abrigo… Una imagen que está muy lejos de mi plan ideal para la primera noche del año.
Por eso no pude ponerme más contenta cuando mis padres nos propusieron celebrar con ellos la Noche Vieja en algún lugar en la montaña, aislados y tranquilos. Empecé a buscar casi de inmediato y con entusiasmo una casita en la Cerdaña, un viejo caserón perdido en algún pueblo pequeño y cubierto de nieve. Me imaginaba abriendo las contraventanas por la mañana y oyendo un silencio rural envolvente del que no querría huir jamás.
Desafortunadamente, en octubre ya no quedaban apenas apartamentos disponibles con estas características en esa zona. Así que modificamos los criterios de búsqueda y ampliamos el alcance del radar, considerando cualquier espacio con encanto en la mitad norte de Cataluña. Y así dimos con una pequeña y confortable casa en la Bisbal de l’Empordà, la capital del Baix Empordà y de la cerámica catalana.
Una casa antigua en la Bisbal de l’Empordà
Y cuando el día 30 llegamos a nuestro apartamento, una casa de tres plantas ubicada en el límite del pueblo, nos quedamos con la boca abierta. Mis padres habían alquilado una antigua construcción, reformada y convertida en un espacio más funcional y moderno, con tres habitaciones dobles, una cocina abierta y un patio trasero, perfecto para los días de verano. Y aunque algo oscura, el buen gusto y la comodidad compensaban la falta de luz natural de la casa.




Llegamos a media tarde llenos de energía y entusiasmados por haber acertado con el alojamiento. Así que, tras investigar cada rincón del apartamento y deshacer nuestras maletas, decidimos dar una vuelta por la capital del Baix Empordà antes de que anocheciera.
Gla Empordà, la catedral del corcho
Nuestro primer descubrimiento en la Bisbal de l’Empordà fue la concept store Gla Empordà, un espacio de artesanía local con un protagonista claro: el corcho. Fruteros, bloques de yoga, salvamanteles, soportes para el móvil, lámparas de diseño e incluso recubrimientos de pared u obras de arte elaboradas utilizando la corteza de los árboles de la zona.
Pero este concept store del Baix Empordà también cuenta con otros productos artesanos de Km 0, como los platitos elaborados a partir de piedra de la zona, hierbas para sazonar o experiencias para regalar. Un espacio ideal para encontrar el regalo perfecto a última hora y, al mismo tiempo, apoyar un pequeño negocio local regentado por mujeres.


Sampere, la nueva cerámica del Baix Empordà
Y una parada obligatoria en la capital de la cerámica es Sampere. Habíamos leído sobre este taller en el número 5 de la revista Arrels y lo habíamos visto en Instagram, donde aparece recurrentemente por la belleza, las formas y los colores de sus piezas. Para descubrirlo nos acercamos hasta la Carretera de l’Aigüeta, donde se concentran las mejores tiendas de cerámica de todo el Empordà.




Sampere nació en Barcelona entre el 2014 y el 2015 de la mano de Diego Sampere. Graduado en Diseño Industrial en la escuela Eina, estudió Sostenibilidad en el centro IED antes de encontrar su pasión: la cerámica. Convencido, decidió modernizar este oficio para crear piezas diferentes y rompedoras, lo que le ha llevado a colaborar con los mejores chefs del país.
Personalmente, mi producto favorito de Sampere, que casualmente también fue su primera pieza, es el macetero apilable Gaia. Un invento útil, práctico y estético para llenar de plantas las viviendas urbanas. Ojalá un día poder tener uno en casa.
Púbol: el castillo de Gala y Dalí
En nuestro primer día nos acercamos a Púbol, un pequeño pueblo de apariencia feudal y de no más de 150 habitantes donde se emplaza el castillo Gala Dalí. Esta construcción fue comprada por Salvador Dalí en 1969 en un estado completamente ruinoso. El artista la restauró, manteniendo en muchos espacios este carácter ruinoso y abandonado, y la regaló a su musa, Gala. La única condición que le puso ella para aceptar el regalo fue que el Dalí solo podría acceder al castillo bajo invitación previa.




El espacio está perfectamente conservado, con los muebles originales o réplicas para que el visitante pueda hacerse una idea clara de cómo vivía Gala. Los sofás tapizados en color celeste, el baño emplazado en la vieja cocina, el comedor con el suelo de ajedrez… En todas las estancias se respira una atmosfera de glamour, privacidad y exquisitez muy propia de la musa del artista ampurdanés.
Además, y aprovechando el buen tiempo inusual para el último día del año, paseamos por el jardín del castillo. Un espacio singular donde ver de cerca los elefantes de patas largas de Dalí, la fuente con el busto de Wagner, sus coches vintage, así como disfrutar del silencio del pueblo de Púbol.
Peratallada: conjunto historico y artístico medieval
Después de la visita al castillo de Gala Dalí decidimos acercarnos a Peratallada, una pequeña población de origen medieval cuyo castillo fecha del año 1065. Suele ser un concurrido destino turístico en verano: sus calles estrechas y empedradas se llenan de gente buscando la foto perfecta, ya que el pueblo está lleno de rincones pintoresco. Pero en diciembre nos pareció un poco triste, con muchos negocios cerrados y un ambiente casi desértico.




Aun así, la luz del mediodía sobre las fachadas, cubiertas de hiedra rojiza o decoradas con ramos de hojas secas navideñas, nos pareció preciosa. Nos sentamos a tomar el vermut cerca del castillo, disfrutando del sol de invierno y de las vacaciones.
No tardamos mucho en volver a casa para preparar las últimas comidas del año, echarnos la siesta en el sofá, leer en la cama y celebrar la medianoche con un poco de cava.
Cruïlles, el primer paseo del año bajo la niebla
Para la primera mañana del año teníamos un plan especial: ir a ver la salida del sol desde el Faro de Sant Sebastià. Este paradero es uno de los favoritos de mis padres, que lo han visitado en repetidas ocasiones, y un lugar de peregrinación el primer día del año por muchos locales. Pero ninguno de nosotros pensó en consultar la previsión meteorológica: fuimos muy optimistas y nunca pensamos que podríamos despertar cubiertos por la niebla.
Aun así no nos desanimamos. Recorrimos en coche los pocos quilómetros que separaban la Bisbal de l’Empordà del faro pero fue en balde, porque todo seguía sumergido bajo la niebla. Esperamos, mirando hacia donde suponíamos que estaba el mar, para ver algún rayo de sol, pero el paisaje no se inmutó. Así que, un poco decepcionados y muertos de sueño, nos dirigimos a Palafrugell para tomar un delicioso desayuno para celebrar la primera mañana del año.


Para compensar la decepción matutina, nos abrigamos y salimos a caminar en dirección Cruïlles. Nos adentramos en los campos, franqueados por árboles pelados y todavía cubiertos por la niebla a pesar de que ya era mediodía. Andamos poco más de 5 km, pero suficiente para espabilarnos y, como decimos en catalán, “escampar la boira“.
Girona: fin del viaje
El último día de las vacaciones teníamos que dejar el apartamento antes de las 10 h, pero no queríamos volver a casa tan pronto. Por eso, deshaciendo camino, hicimos parada en Girona, una de nuestras ciudades favoritas. Paseamos por el caso antiguo, bastante concurrido para ser el domingo del año, y también inmerso en la niebla. Parecía que fuéramos arrastrando este manto traslúcido allí donde íbamos.




Comimos en un restaurante japonés cerca del río Onyar con opciones veganas y tomamos un café en el Federal Café mientras leíamos el periódico y los magazines del local. Fue una visita tranquila, un día de transición para aclimatarnos de nuevo a la vida urbana de la que habíamos desconectado rápidamente.
Y un poco tristes por terminar las vacaciones volvimos al caos de Barcelona, a sus calles ruidosas y al aire perpetuamente contaminado. Pero que bien estar en casa de nuevo y empezar, ahora sí, el 2022.
[…] en 2016 en un viaje de fin de año en Londres (sí, parece que tengo una predilección por terminar el año rodeada de niebla), me lo planteé seriamente por primera vez en 2020 y finalmente me decidí en […]