Junio ha sido uno de aquellos meses que pasan muy lentos pero demasiado rápidos a la vez: el fin del curso escolar, las correcciones de exámenes, las reuniones para el año siguiente, las decisiones vitales para el 2023… Entre obligaciones y compromisos, solo he leído dos lecturas en junio: un bonito descubrimiento casual y un experimento literario algo frustrante.
Sexe fora de norma, literatura erótica feminista
Si leer en plena ola de calor se puede volver fácilmente insoportable, imaginad la dificultad de consumir literatura erótica a 30 grados en la sombra. A pesar del contratiempo climático, “Sexe fora de norma” ha sido uno de los libros que me ha acompañado durante este mes de junio, durante los días de verano sofocantes y las noches más tórridas del año (meteorológicamente hablando).
Esta recopilación de relatos, editada por Raig Verd y la primera de mis lecturas de junio, ha sido mi bautizo en el mundo de la literatura erótica, un campo que, para ser honesta, no me había llamado nunca la atención. Como no podía ser de otra forma, “Sexe forma de norma” llegó a mis manos a través del Club Bovary, el club de lectura al que pertenezco y que siempre consigue sacarme de mi zona de confort.
Aunque me ha parecido un experimento necesario e interesante, ya que considero que debemos dar visibilidad literaria a una sexualidad diversa e inclusiva, no puedo decir que haya disfrutado intensamente leyendo este libro. Quizás por mi falta de costumbre leyendo sobre sexo y sexualidad; quizás por el formato, un conjunto de 13 pequeños relatos inconexos, del cual no soy especialmente fan; o por la juventud e inexperiencia literaria de los autores.
Si aquest carrer fos meu, de Stefanie Kremser
Hace un par de años pensé que “Si aquest carrer fos meu”, también traducido al castellano por la editorial Entre Ambos, podía ser un buen regalo de Sant Jordi para mi hermana. A pesar de sus buenas críticas, su lectura no pareció entusiasmarla demasiado y el libro acabó olvidado en un rincón de su habitación.
Hasta que, en una visita a casa de mis padres, lo rescaté.
En ese momento estaba encallada leyendo lecturas para el colegio y algunos relatos de no ficción con los que no estaba conectando en absoluto. Medio ofuscada, lo empecé a leer pensando que sería una bonita historia sobre la infancia y el desarraigo. Y, a pesar de no haberme equivocado en la temática, el formato ha sido una completa sorpresa.
En “Si aquest carrer fos meu“, la segunda de mis lecturas de junio, Stefanie Kremser recopila memorias, anécdotas, detalles de todas y cada una de las direcciones donde ha vivido hasta el día de hoy. En el libro constan un total de veintidós domicilios repartidos por centro Europa, América del Sur y Barcelona, asociados no solo a su pasado, sino también a la formación de su “yo” presente y futuro.
Y es que lo que más me ha sorprendido de esta autobiografía encubierta, de estilo ágil y ameno, es la reflexión de la autora sobre la construcción y constante modificación de su identidad. Este sentimiento de pertenecer a un sitio en el cual te sientes, al mismo tiempo, una extranjera, de como sus traslados constantes al largo de su vida la han convertido en una alma nómada.
Ojalá todos los libros de este verano me dejen el corazón así de blandito y la cabeza renovada.
¿Y en julio?
Julio significa vacaciones. No tener que madrugar, no tener que preparar clases, no tener que corregir… una falsa quimera de tranquilidad para recuperarme de estos últimos meses. Y digo falsa porque sé que querré hacer todo lo que he dejado de lado últimamente: coser, dormir, leer, cocinar, nadar. Solo espero encontrar títulos que me apetezca leer, que me enganchen de verdad y me hagan disfrutar de este largo verano que tengo por delante.
Aina,